4.30.2009

Nunca las fábulas dejan una enseñanza real... siempre dejas caer el queso ante la adulación. Siempre pierdes tu comida por ilusionarte con la que lleva en la boca tu reflejo sobre el agua, y de alguna manera siempre terminas con las manos vacías al poner todos los huevos en una sola canasta.

Efectivamente te sientes un completo estupido cuando te quedas sin nada, por creer que en esa canasta podias depositar tu seguridad, y dicen las enseñanzas espirituales que nunca debes arrepentirte de tus errores, sino ver en ellos el aprendizaje. Seguir caminando hacia el lado iluminado de la montaña... todas esas enseñanzas son como esto: palabras... conjunto de letras que colocadas una detras de otra tiene un significado tácito, pero al mismo tiempo subjetivo.

Es cuando estas con esa incredulidad, ese sentimiento de equivocación, que quisieras que todo fuera tan sencillo como cerrar el libro, pensar que no existe el raciocinio en los animales, que un cuervo nunca hablará, que la cigarra inevitablemente morirá en el invierno... pero solo tienes un montón de ideas rondándote, positivo y negativo, aceptación y negación, sucediéndose como ruleta.

Los humanos no aprendemos con las fábulas, ellas sirven para alejarnos de la Tv, para acercarnos a las letras, sin embargo no tememos al dolor hasta que la primer gota de sangre corre, hasta que la lágrima sale de los más profundo, y mientras tanto hay que seguir respirando, caminar o estacionarse, pero respirar inevitablemente por instinto, y es entonces cuando descubres la verdadera voz a la que hay que seguir, esa misma que te obliga a respirar, a levantar el rostro, a seguir andando, hasta que de alguna forma la explicación llegue por sí sola.